La literatura de terror era, en última instancia, un procedimiento
donde, en la normalidad o en las vidas de rutina de una bella familia unida, o
una mujer guapa o una niña melancólica, aparecía la maldad y la fealdad y
martirizaba a los buenos inocentes. Nos producía miedo.
En los cuentos de Pablo Espinoza Bardi encontramos, en
cambio, personajes que participan del juego de aterrorizar a los demás y de ser
aterrorizados a la vez. El que aterra también está aterrado.
Tú también estás en el juego, tú también torturas, tú
también aterrorizas, tú también morirás. Como una ruleta rusa.
Esto perturba.
Esto produce hipertensión, sudor helado.
Se han traspasado las fronteras. Seres normales como tú y yo, en la
faceta B, en la faceta de la maldad. No hay seres raros, o zombis, o figuras
mitológicas. No hay dramatismo fácil. Son simple y pobres seres humanos
involucrados, como tú y yo. Neurotizados en un limbo tecnológico (como en el
cuento “Entropía 2.0”).
Y nuestra lascivia y nuestras fobias.
La fobia a los pelos en la bañera, o los pelos ajenos
en las camas de las residenciales u hoteles baratos, en el cuento “Tricofobia”.
En el cuento “Rancio” un escueto vendedor de urnas se alucina con los cadáveres
y se los roba como un contendiente de la Señora Muerte. O el cuento
“Lazarópolis”, sobre un cuerpo manipulado por meses con ácaros y hormigas, para
que resucite, como si fuese un muerto cerebral en un hospital.
No es una sociedad paranoica la que, como podría
suponerse, se visualiza aquí. No. Los personajes no se sienten perseguidos por
figuras de terror. Ellos aceptan vivir en una sociedad de humanos que torturan
y se dejan torturar. Son humanos con una especial sensibilidad hacia las osamentas,
una sociedad de asesinos seriales que no necesitan justificaciones. En el
cuento “Pin up girls” un pintor llamado Nathaniel G pinta chicas lindas, (como
el dibujante argentino Guillermo Devito, que inventó las Pin Up en el dibujo,
las chicas caderonas para la revista Rico Tipo). Pero, aquí el degenerado
obsesivo de Nathaniel G necesita modelos vivas, para que mueran, para que se
conviertan en desechos humanos, extremidades humanas grotescas. Un cuento de lo
macabro y tenebroso, donde se cita a otras obras, y las reconvierte y las
deforma en una nueva versión subversiva.
Es un infierno de tierra podrida. Seres literales: Si
nos vamos a casar para toda la vida, será para toda la vida: Por eso, en el
cuento “Ideas”, viven amarrados. “Ante
los ojos de Dios es para siempre… Con Dios no se juega”. (Tal como en el cuento del italo-argentino, Juan Rodolfo Wilckock, “Los
amantes”, donde Harux y Harix se comen mutuamente).
Un pop crítico.
Contra el Mainstream, desde hace rato surgió algo
llamado Slipstream. Narrativa paradójica, que abstrae los asuntos humanos a
elementos punzantes y mezcla en collage los materiales literarios con el cine
B, la fotografía, el comic y el cyberpunk.
Pablo Espinoza Bardi es, no duden, feudatario de las
vanguardias artísticas, cuyo material es el sexo o la muerte, la necrofilia
y el fetichismo. Una poderosa tradición barroca o surrealista. En el
cuento “Sommeil Paradoxal”, rinde homenaje al cine surreal y onírico de “El
perro andaluz”, cortometraje de Luis Buñuel y Salvador Dalí de 1929. Las
hormigas que surgen de los orificios: “la realidad carcome tu irrealidad”. O la
pavorosa escena del ojo de una chica seccionado por una navaja, que no era otra
cosa que un ojo de vaca muerta.
Los cuentos intensos de Espinoza Bardi pertenecen a
una tendencia antirrealista de esta sociedad transgénica, esquizofrénica. Es
una rama de la literatura fantástica, lo que hoy se llama la literatura de
imaginación. Quizás una tendencia disidente, desobediente y algo controvertida
para un lector naif ya acomodado a la tradicional narrativa chilena de realismo
consensuado y de biografías noveladas bien pensantes.
Pablo Espinoza Bardi y su literatura de imaginación se
suma a la vital vieja escuela de los asuntos existenciales góticos, lo
terrorífico, lo mágico, lo onírico y lo diabólico de la cultura popular, y que
tiene su origen, sin duda, en Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft, Arthur Machen y
Kafka. En Chile procede de María Luisa Bombal, Alejandro Jodorowski, Elena
Aldunate o Carlos Droguett. Corriente que alimentan también sus amigos
contemporáneos, como el escritor de Chiloé, Aldo Astete Cuadra y su “Mente
suicida y otras muertes” y el libro “Tremor”, del ariqueño Daniel Rojas Pachas.
En los cuentos de Pablo Espinoza Bardi, las víctimas y
los victimarios nos encontramos mirando las mismas imágenes de violencia, de
morbo y de crueldad; iconografías reflejadas infinitamente en espejos
confrontados.
Todos, víctimas y victimarios, atrapados en mundo de
espejos, el limbo donde miramos y nos dejamos mirar, osamentas detenidas en el
mundo de la pudrición.
Este libro ya tuvo su primera exitosa edición con la
activa editorial Cinosargo de Arica. Ahora se presenta aquí reeditado por
Austrobórea editores, para los nuevos lectores, nuevos fanáticos de literatura
oscura de imaginación, que leerán con asombro estos cuentos macabros y
tenebrosos de Espinoza Bardi, sobre mundos fantasmagóricos y transgresores.
Omar Pérez Santiago.
Escritor.
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